viernes, 14 de diciembre de 2007

Artes poéticas

Octavio Paz

Las palabras

Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.







Octavio Paz, Puerta condenada [1938-1946], en Libertad bajo palabra, 1949.


A Román Jakobson
Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.

Octavio Paz, Árbol adentro, Seix Barral, 1987

Álvaro Mutis
Una palabra


Cuando de repente en mitad de la vida llega una palabra jamás antes pronunciada,una densa marea nos recoge en sus brazos y comienza el largo viaje entre la magia recién iniciada,que se levanta como un grito en un inmenso hangar abandonado donde el musgo cobija paredes,entre el óxido de olvidadas criaturas qe habitan un mundo en ruinas, una palabra basta,una palabra y se inicia la danza pausada que nos lleva por entre un espeso polvo de ciudades,hasta los vitrales de una oscura casa de salud, a patios donde florece el hollín y andan densas sombras,húmedas sombras, que dan vida a cansadas mujeres.Ninguna verdad reside en estos rincones y, sin embargo, allí sorprende el mudo pavorque llena la vida con su aliento de vinagre —rancio vinagre que corre por la mojada despensa de una humilde casa de placer.Y tampoco es esto todo.Hay también las conquistas de calurosas regiones, donde los insectos vigilan la copulación de los guardianes del sembradoque pierden la voz entre los cañaduzales sin límite surcados por rápidas acequiasy opacos reptiles de blancas y rica piel.¡Oh el desvelo de los vigilantes que golpean sin descanso sonoras latas de petróleopara espantar los acuciosos insectos que envía la noche como una promesa de vigilia!Camino del mar pronto se olvidan estas cosas.Y si una mujer espera con sus blancos y espesos muslos abiertos como las ramas de un florido písamo centenario,entonces el poema llega a su fin, no tiene ya sentido su monótono treno de fuenteturbia y siempre renovada por el cansado cuerpo de viciosos gimnastas.Sólo una palabra.Una palabra y se inicia la danzade una fértil miseria

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